Mujeres Recolección y Pesca

Proyecto: Mujeres Recolectoras y Pescadoras de Territorios Marino Costeros de América Latina y del Gran Caribe. Rizomas de Vida

CUIDANDO CON LOS SABERES, CON EL CORAZÓN, CON LAS MANOS
¿QUIÉN CUIDA DE NOSOTRAS?

Mi madre cuidaba de nosotras sus hijas, cuidaba de las hijas de Martha, sus nietas, de las hijas de mi hija, Neyda, sus bisnietas. Yo cuidé de mi madre, de mi hija y ahora cuido de mis nietas. Cuido la naturaleza para que siga proveyéndonos de aire puro, de belleza, de alimentos.

Durante la pandemia, había que cuidar mucho el trabajo. Los pescadores seguimos pescando, el precio del producto bajó mucho pero nunca nos quedamos sin comida. El apoyo del gobierno tardo en llegar. Ciertos pescadores recibimos 7000 pesos durante las vedas, estos 2 años se ha dado a más personas para ayudarnos y ese poco dinero lo usamos, pues, a cuenta gotas, tengo que cuidarlo, para que nos rinda lo más posible en la alimentación y en algo que surgiera. También quedamos endeudados, no se alcanza a pagar ni lo básico.

Mucha gente se fue para su rancho a sembrar para poder comer porque la situación es difícil. Lo más importante durante esta pandemia ha sido la solidaridad entre vecinos, que se da en el campo. Intercambiamos todo, para que no le falte a nadie.

Texto y fotos: Herminia Chávez Mora. México   

Yo cuido de mi madre enferma, cuido sus medicamentos. Cuido de mi hijo soltero. Cuido los alimentos que elaboro con las medidas de seguridad para que no se vayan a enfermar los seres que amo.

Cuido para que en la casa no haya accidentes con los tomacorrientes. Cuido, cuando hay tormentas eléctricas, que no se dañen los aparatos.

Cuido que no se talen árboles, que no se cojan especies del manglar que aún no tienen la talla adecuada, porque están amenazadas de desaparecer. Cuido de la semilla de mangle y la siembro, cuido para que el ambiente sea limpio y sano para todos mis vecinos.

Y se pasa por alto la vida de una misma, nos concentramos en cuidar tantas cosas que nos olvidamos de nosotras.

Texto y fotos: Silvia Quevedo Barrios. Honduras

En nuestro territorio lo más importante es el cuidado de los alimentos, de ahí parte todo. La principal regla de oro es la seguridad alimentaria de los asociados de ASPROCIG. Tenemos buena colaboración entre las distintas comunidades, intercambiamos alimentos. Tenemos como objetivo trabajar comunitariamente y esto hace que podamos vivir en un buen equilibrio.

Como hija y madre tengo que cuidar que no falte nada en la casa. Cuido de mi ABIF que es nuestra fuente de sustento. Cuido de la naturaleza porque para mí es lo que me da vida.  Durante la pandemia he cuidado de que se cumplan los protocolos de seguridad, con mucho temor hemos vivido este tiempo, pero no hemos tenido que lamentar tanto como ha sido en las ciudades.

Texto y fotos: Mileida Correa Tapia. Colombia

Ahora que me pongo a reflexionar sobre los cuidados que hacemos las mujeres, me doy cuenta que son muchos. A pesar de la pandemia tuve que salir a trabajar, a vender mi producto de marisco, me daba pena que nadie quería comprar y que el que compraba pagaba poco.

Tengo 7 hijos y tengo que cuidar de todos. De los más pequeños que nos les falta nada para el estudio y la comida. Cuido de mi padre que ya está ancianito, cuido el agua que en mi comunidad es muy difícil acceder. Cuido los manglares porque ahí está mi comida y mi trabajo.

Y termino el día haciendo oficio en la casa, dejando todo listo para el siguiente día volver a cuidar.

Texto y fotos: Narcisa Bautista Zambrano. Esmeraldas – Ecuador.

Cuido de mi familia, de mi comunidad y de la naturaleza. En mi casa preparo alimentos sanos, cultivo en la huerta frutas y legumbres. Llevo a mi papa y a mi mama a sus citas médicas y a vacunarse, cuido a mis nietos cuando mi hija se va trabajar en la descabezadora de camarón, mantengo la ropa limpia y a la hora de acostarse preparo aguas aromáticas para todos, para prevenir cualquier enfermedad, sobre todo la de la COVID19.

Cuido de la comunidad en la que vivo, estoy pendiente de que no haya contaminación por alguna rotura de los canales de desagüe de la descabezadoras de camarón, que a veces sucede y emanan olores que no dejan ni comer, ni dormir. Durante la pandemia cuide de la salud de mi comunidad entregando mascarilla, jabones, miel de abeja, plantas aromáticas a través de la Botica Campesina que está bajo mi responsabilidad y es un proyecto que se implementa en casi toda la costa del Ecuador.

Cuido el manglar para que no se siga destruyendo, denuncio cuando hay talas de bosque de mangle, reforesto manglares con otras mujeres y jóvenes de la comunidad.

Quisiera poder hacer más por la gente que menos tiene, creo que lo que nos puede ayudar es trabajar colectivamente, intercambiando la comida, el trabajo, nuestros anhelos.

Texto: Gina Napa Alcívar. Manabí – Ecuador.

Me ha tocado cuidar de mis hermanos desde muy pequeña. Cuido de mis hijos, de mi madre y de mi padre, de mis nietos. Cuido de la salud y del estudio de mi último hijo. Cuido el trabajo para que alcance para lo necesario.

He llorado en silencio de cansancio y de impotencia, pero cada día saco las fuerzas para seguir cuidando lo que está a mi alrededor, para que nada se marchite. Cuido el cangrejo rojo y los manglares de mi país, porque miles de mujeres dependemos de esto para vivir. Cuido la organización comunitaria para que no falte el cariño y la solidaridad.

Durante la pandemia tuve que seguir trabajando, porque nadie nos apoya a los recolectores del manglar, ni a los pescadores artesanales. En este duro camino que he logrado seguir me olvide de cuidar de mí.

Texto y fotos: Neiva Carrasco Santos. El Oro – Ecuador.

Tanta miseria y desesperación hemos visto con esta enfermedad. Los hermanos venezolanos que caminan sin paradero, es lamentable. Hemos podido apoyar con un poco de pescado, con un plato de sopa y un jarro de té caliente que es lo que había.  Con mi familia nos trasladamos al campo, junto al manglar para pescar y sembrar. Nos incluimos en el programa “A Comer Pescado” para ir a ferias a distintos pueblitos a vender alimentos a precios populares.

Somos una familia numerosa, los recursos no alcanzan.  Como madre yo recurro a remedios caseros hago hervir agua con ajos, con cebollas, agrego hojas de eucalipto, llantén y de manzanilla, lo endulzo con miel para tomar calientito en la mañana y en la noche, para cuidarnos de la enfermedad. 

Me levanto antes de que cante el gallo, ahí empieza mi lista de cuidados. Cuido de los alimentos que hay que llevar a la faena de la pesca. Cuido que en la casa todo quede seguro para que los niños no sufran accidentes, cuido de que no haya basura ni dentro ni fuera. Cuido de que sábanas, toldos y ropa estén bien desinfectados.

Cuido el agua, que es muy escasa, cuido el manglar, el río, las lagunitas. El campo es un encuentro divino para mí.

Texto y fotos:  Fanny León Aguayo. Perú.